12.10.07

El libro de bolsillo en España (II): Alianza Editorial (1)


Alianza Editorial fue fundada en 1966 por José Ortega Spottorno (hijo del filósofo José Ortega y Gasset) y Jaime Salinas (hijo del poeta Pedro Salinas). A ambos se unió Javier Pradera, de cuya mano llegó a la empresa el diseñador santanderino Daniel Gil. Este fue el grupo germinal que convertiría a la nueva editorial en una referencia para el mundo literario español y una de las principales impulsoras del libro de bolsillo en las siguientes décadas.

El interés de Ortega Spottorno por las letras y por su difusión se explica por la influencia de la tradición familiar. Su padre, José Ortega y Gasset, fundador de la “Revista de Occidente”, fue uno de los pensadores españoles más influyentes del siglo XX. Su abuelo, José Ortega Munilla, miembro de la RAE y de la Institución Libre de Enseñanza, dirigió el suplemento literario de “El Imparcial”, periódico fundado por uno de sus bisabuelos, Eduardo Gasset y Artime, que llegó a dirigir la ILE. Ortega Spottorno heredó los ideales democráticos de su padre, su abuelo y su bisabuelo, y también su influencia en el panorama cultural español. Como sus antecesores, tuvo siempre en mente la necesidad de que la cultura llegara por igual a todos los españoles, y uno de los medios ideales para lograrlo era el libro de bolsillo, económico y fácil de manejar, apto para ser leído en cualquier parte.

También en el caso de Salinas se puede explicar su interés en el mundo de las letras por la influencia de su familia. Su padre fue el gran poeta y académico Pedro Salinas. Desde niño tuvo contacto con los grandes escritores e intelectuales de la generación del 27. Si en Ortega la edición fue una vocación nacida del deseo de emular a sus antepasados, en la dedicación de Salinas la casualidad jugó un papel más importante, como él mismo cuenta: «Quería estudiar cine, y para eso vine a Europa, desde Estados Unidos, donde mi padre estaba en el exilio. Vine en 1954, fui a Alicante, con mi familia de allí, me encontré con un ingeniero que me propuso trabajar con él en la organización de imprentas... Y por esos vericuetos llegué a Seix Barral... Me pusieron en una especie de barracón, ni me saludaban. Y un día me invitó a comer Víctor Seix. En el curso del almuerzo, él descubrió que yo era hijo de Pedro Salinas. “¡Cuando se entere Carlos!”, exclamó. Y cuando se enteró Carlos me hizo todo tipo de fiestas y ya me incorporó a las tareas editoriales...» Así comenzó su carrera en el mundo del libro.

Jaime Salinas se propuso, en los años sesenta, potenciar el libro de bolsillo en el mercado español. Las versiones francesa (livre de poche) y anglosajona (paperback) le sirvieron de inspiración. “Me interesó la idea de empezar una colección de calidad, pero económicos y físicamente atractivos. La colección Universal o Austral tenían libros baratos pero eran grises y tristes, dirigidos más al estudio que a la lectura. Como objeto no tenían ningún sex-appeal”, recuerda. Emprendió entonces Salinas la búsqueda de un socio extranjero que quisiera establecerse en España. A pesar de sus respuestas ambiguas —“no decía ni sí ni no”—, el editor francés Claude Gallimard acabó por darle la solución: “Me habló de José Ortega Spottorno, a quien yo no conocía. Él también le había escrito para lanzar una versión en España de la colección Ideé de Gallimard y me animó a contactarle”.

Jaime Salinas y José Ortega Spottorno tenían un interés común y una historia personal parecida; ambos eran hijos de importantes intelectuales que tuvieron que exiliarse en el extranjero a causa de la Guerra Civil y el régimen dictatorial que ocupó el poder a su término. El nombre de la editorial, Alianza, es significativo de esta unión de intereses y objetivos. Los dos se complementaban perfectamente; Ortega aportaba su capacidad de liderazgo y su filosofía empresarial, orientada a mejorar la situación cultural de España, y Salinas su gran sentido de la organización y su valía técnica, sobradamente demostrada en Seix Barral.

Pronto se unió a ellos Javier Pradera, quien contrató a Daniel Gil, que entonces se dedicaba al diseño de portadas para discos, para el departamento de diseño. Pronto su rompedor estilo fue imitado por otras editoriales, como Bruguera.

La primera y más importante colección de Alianza se llamó, significativamente, El Libro de Bolsillo y, al igual que Austral en Espasa, LibroAmigo en Bruguera o Destinolibro en Destino, fue desde el principio una colección abierta a todo tipo de temas y géneros, desde el ensayo filosófico hasta la novela de ciencia ficción, pasando por recetarios de cocina (uno de los mayores éxitos de la editorial fue 1080 recetas de cocina, escrito por la mismísima esposa de Ortega, Simone Klein) y manuales de lógica formal.

“Aunque no existiera la expresión, sí existía la realidad del libro de bolsillo desde antes de la guerra. Las obras de Austral, por ejemplo, eran de calidad no en su fabricación, pero sí en sus contenidos. Desde Alianza intentamos darle más dignidad, ponerle vitola y mantener un precio asequible. Nuestro criterio era que un libro no podía costar más que la entrada a un cine: cincuenta pesetas”, recuerda Pradera.
A pesar de la inicial reticencia de libreros y distribuidores, el éxito fue rotundo. “Costó hacerles entender que aunque el precio y su porcentaje fueran menores, ellos también saldrían ganando”, dice Salinas.

Pradera señala otro de los objetivos que marcó aquella aventura editorial y que, hasta cierto punto, ha servido como rasgo definitorio del bolsillo en el mercado internacional. “Nuestra aspiración era convertirnos, como el livre de poche, en continente de los títulos de otras editoriales. En Francia, sin embargo, ya entonces Gallimard había roto con eso y tenía su propia colección de bajo coste. Así que nuestro modelo era Penguin, que se alimentaba de los derechos que compraba a bajo precio a editores normales”, asegura.

Los acuerdos que Alianza Editorial estableció con editoriales argentinas como Emecé, Losada y Siglo XXI en los sesenta y setenta hicieron posible la publicación por primera vez en España, en su colección El Libro de Bolsillo, de obras como El Aleph, de Jorge Luis Borges; El señor de las moscas, de William Golding, o El extranjero, de Albert Camus. La colección también se nutrió de los fondos de Revista de Occidente con títulos como La metamorfosis, de Kafka.

A pesar de todo, Pradera sostiene que su deseo de convertirse en colección de colecciones no acabó de cuajar: “Terminamos aumentando la producción propia para bolsillo y sacando primeras ediciones directamente, una locura. Lo lógico es sacar lo que lleva años publicado y abrir esos libros al mercado masivo a través del bolsillo”.

La crisis de los años ochenta, que se llevó por delante a Bruguera (debilitada, precisamente, por su ambicioso catálogo de bolsillo, repleto de primeras ediciones, como la arriesgadísima edición en dos tomos de Ser norteamericanos, de Gertrude Stein), condujo a muchas editoriales a ser compradas por grupos más potentes. Plaza & Janés fue adquirida por Bertelsmann; Destino y Seix Barral fueron compradas por el grupo Planeta, y el grupo Anaya, fundado en 1959 en Salamanca por Germán Sánchez Ruipérez, se quedó con Alianza en 1989.

A partir de ese momento, Alianza conoció diversos equipos directivos y ejecutivos, a medida que su propietario, el Grupo Anaya, fue cambiando de manos a su vez.
En septiembre de 1998 el Grupo Anaya fue adquirido por el grupo francés Havas, que fue absorbida por Vivendi en 2000. En 2002 comenzó a desmembrarse el grupo Vivendi, que vendió Anaya (y, por consiguiente, Alianza Editorial) al grupo Lagardére, que es su actual propietario.

Próximamente haremos un somero análisis del devenir de Alianza y de su comportamiento editorial (hay decisiones de Anaya, como la destrucción de fondos de Alianza, Cátedra y Tecnos en 1999, que Ortega Spottorno jamás habría pensado siquiera en tomar), en el tira y afloja entre el mantenimiento del espíritu fundacional de la casa y el resultadismo de los tiburones de enormes grupos empresariales a los que la cultura les importa un pito.

11.10.07

El libro de bolsillo en España (I)


Hace cincuenta años, el libro pequeño y barato se identificaba con la editorial Espasa-Calpe. Antes de la Guerra Civil, Calpe había lanzado ya la popular Colección Universal, pero fue la colección Austral la que le dio mayor prestigio. En 1938, en plena contienda bélica, apareció en Argentina el primer título, La rebelión de las masas, de José Ortega y Gasset. Antes de dos años habían publicado ya cien títulos, lo que da una idea de su éxito, que continúa hoy con un catálogo de 615 obras.

En 1957, Germán Plaza creó Libros Plaza, que al cabo de dos años se asoció con José Janés. Así nació Plaza & Janés Editores. Con colecciones de bolsillo como Reno y Jet, entre otras, la empresa llegó a contar con una situación privilegiada en España y una fuerte presencia en Iberoamérica.

En 1966, José Ortega Spottorno y Jaime Salinas fundaron Alianza Editorial. (Mañana me centraré en Alianza, así que lo dejaremos así por el momento.)

Poco después, Francesc Bruguera, director de la editorial homónima fundada por su padre en 1910, especializada en historietas, impulsó en Bruguera, inspirado por el éxito de Alianza, la edición de literatura en este formato. Su colección más importante fue “Libro Amigo”. Como Plaza & Janés, también conoció una gran expansión en Iberoamérica, con una importante delegación en Argentina y otras en Brasil, Venezuela y México. También tenía una sucursal en Portugal.

A comienzos de los ochenta, la caída del mercado iberoamericano sumió al mercado en una seria crisis. Bruguera, debilitada por su alocada política de lanzamientos, suspendió pagos en 1982, declarándose en quiebra y desapareciendo definitivamente en 1986, siendo sus bienes adquiridos por el Grupo Zeta, que formó con ellos Ediciones B. Recientemente, el Grupo Zeta ha “resucitado” a Bruguera como sello editorial dentro de Ediciones B, bajo la dirección de Ana María Moix.

En 1984, Plaza & Janés fue comprada por el grupo Bertelsmann. Alianza, por su parte, fue adquirida en 1989 por el grupo español Anaya.

En 1998 Alianza era, según la revista CONSUMER, la editorial líder en número de títulos en formato de bolsillo. Pero pronto la situación cambiaría completamente.

A partir del año 2000 se produjeron en España importantes cambios en el sector, orientados a conseguir mayor penetración en el segmento, a través de acuerdos entre editoriales:

En diciembre de 1999, los grupos Planeta y Bertelsmann (propietario de Plaza & Janés) firmaron un acuerdo para editar conjuntamente libros de bolsillo. De este acuerdo surgió la editorial Nuevas Ediciones de Bolsillo, participada al 50% por ambos grupos, que en marzo de 2000 creó el sello Debolsillo (hoy en manos de Bertelsmann, a través de Plaza & Janés). Nuevas Ediciones de Bolsillo agrupaba las ediciones de bolsillo de los catálogos de Planeta, Plaza & Janés, Debate, Lumen, Bestselia, Espasa, Destino, la catalana Columna, Ariel, Crítica, Seix Barral, Temas de Hoy, Martínez Roca y Deusto.

Por su parte, Santillana y Ediciones B crearon la editorial Suma de Letras, cuyo sello Punto de Lectura reunió los fondos de Ediciones B, Alfaguara, Taurus y El País-Aguilar, y posteriormente, los de la editorial Alba (del grupo Prensa Ibérica).

Las editoriales Edhasa, Tusquets, Anagrama, Salamandra y Grup 62 (Península y Muchnik) crearon la colección Quinteto. Y el 7 de julio de 2005, Urano, Roca, Titania, Umbriel, El Jueves, La Factoría de Ideas, Entrelibros, Nowtilus, Kailas, Robin Book, Via Magna e Inédita lanzaron la marca Puzzle.

Algunos de estos proyectos de unión fracasaron, con mayor o menor estrépito, al cabo de poco tiempo. El caso más sonado fue el de Bertelsmann y Planeta, que se separaron antes de un año después de ser los que armaron todo el follón (la unión nunca acabó de convencer a los jefazos de Nueva York); la primera se quedó con Debolsillo (a través de su división editorial Random House en colaboración, ahora, con la potente editorial italiana Mondadori) y Planeta acabó relanzando su colección Booket en abril de 2001.

Santillana y Ediciones B tardaron más en romper, aunque no demasiado. Santillana se quedó con Suma de Letras y Punto de Lectura (aunque teóricamente Punto de Lectura era una colección de Suma de Letras, nunca ha estado muy clara la diferencia de estatus entre ambas, la verdad; ni ellos mismos se aclaran). Por su parte, Ediciones B creó los sellos Byblos (en 2004) y Zeta Bolsillo (2005), que desde entonces le ha estado comiendo la tostada a su antigua socia.

Una encuesta realizada por AC Nielsen, cuyos resultados fueron hechos públicos en abril de 2002, señalaba que Debolsillo era líder con un 42% de cuota de mercado, seguida por Punto de Lectura, que tenía un 25% y, a mucha distancia, por Alianza (8%) y por Booket (8%).

Según Santillana, Punto de Lectura es “la gran editorial de bolsillo en español y el sello de referencia para los lectores”; según Random House-Mondadori, Debolsillo “es el sello de referencia indiscutible de los libros de este formato en el mundo de habla hispana” y, según Ediciones B, Byblos se halla actualmente “en el tercer lugar del mercado español de bolsillo”. Si examinamos los datos de AC Nielsen de 2002 y tenemos en cuenta a) que por aquel entonces Byblos y su agresiva política de precios todavía no existían para hacer la competencia a Punto de Lectura y b) que Byblos salió en cierto modo de Punto de Lectura, con la consiguiente merma de títulos y cuota de mercado para ésta, parece claro que los de Santillana deberían medir más sus palabras.

Hoy en día el mercado del libro de bolsillo está en pleno auge. En 2006, el Estudio de Comercio Interior del Libro, realizado por la Federación de Gremios de Editores, cifró en un 25,5% el aumento de ventas de libros de bolsillo con respecto a 2005, a pesar de haberse editado menos títulos y de ser menores las tiradas.

25.9.07

What The F... Font?!


Con ese gracioso nombre se da a conocer uno de los servicios para diseñadores bisoños más útiles de la red, dentro del sitio especializado en tipografía digital MyFonts.com

What The Font?! es una estupenda herramienta para principiantes (y no tan principiantes) en el mundo del diseño. Pongamos que ves un rótulo en una revista con una tipografía que te gusta y quieres saber cuál es. O quieres utilizar una fuente especial que has visto en una portada de un libro, pero no sabes cuál es.

What The Font?! te permite subir a su servidor un ficherito, un pequeño jpg con el rótulo en dos colores (es importante simplificar al máximo los colores con que se va a encontrar); le hace un OCR, compara con las fuentes de su base de datos y te muestra las fuentes más parecidas que ha encontrado en ella. Muchas veces da en el clavo. Por ejemplo, tenía esta imagen...



Y después de un pequeño tratamiento subí este fichero:


Está sacado de un libro (Periplo nocturno) de la colección Biblioteca de Ciencia Ficción, de Orbis.

Resultado:



¡Es la Roslyn Gothic LP Bold!

Tomé la muestra de una foto que hice al libro, pues la luz del escáner se refleja en la purpurina y la imagen sale mal. Veamos un ejemplo:


Chungo, ¿eh?

Bueno, tras un poco más de tratamiento, he podido sacar esto:


La imagen no es muy nítida que digamos. Pero eso no es problema:


¡Probadlo! No siempre acierta, ojo; la fuente tiene que estar en su base de datos. Pero os ayudará en más de un apuro.

19.8.07

Tres retratos en tinta china


Tres retratos en tinta china, de 1993. En aquella época estaba dibujando más o menos en serio y hacía todo tipo de experimentos. En algún momento me dio por jugar con masas y aquí está el resultado. En el tercero, combiné mis anteriores experimentos con texturas y lo aprendido haciendo masas.




Los he encontrado en un cuaderno de dibujo, haciendo limpieza en una de mis cuevas. Hay que ver, ya no me acordaba. El de Sinéad O‘Connor se lo dedico a Juanma Barranquero, que sé que le mola.

2.8.07

Resurrección de una cubierta dañada (I).


No sé si alguien recordará una de mis primeras entradas en este blog, dedicada al reencolado de libros en rústica. Acababa de conseguir un ejemplar de Muerte de la luz, de George R. R. Martin, en edición de Edhasa, pero estaba muy deteriorado. Cinco euros me costó, un robo teniendo en cuenta su penoso estado.

La cola del lomo, rígida por la edad, estaba partida en dos sitios y el libro estaba medio despegado de la cubierta; un desastre. Además, la cubierta presentaba un aspecto francamente horrible a causa del desgaste. Pues bien, aquí podéis ver (a falta de unos detallitos) cómo va a quedar mi ejemplar con la nueva cubierta que estoy preparando:

Antes


Después


No está mal, ¿eh? Tengo ganas de terminarlo ya y ponerle la nueva cubierta al libro. Va a quedar como nuevo. :-))

22.7.07

Ilustraciones de Mervyn Peake para "La casa desolada" de Dickens

Buscando grabados antiguos para un trabajo he encontrado unas ilustraciones de Mervyn Peake que no conocía. Como sabéis, Peake fue el autor de la inacabada serie de Titus Groan.


Muchos lectores de la mal llamada Trilogía de Gormenghast desconocen su faceta gráfica. Lo cierto es que Peake comenzó su andadura artística como pintor e ilustrador, haciéndose un nombre como retratista de la “buena sociedad” londinense. Estos dibujos sirvieron para ilustrar La casa desolada, de Charles Dickens (a quien Peake, por cierto, admiraba profundamente):


30.5.07

Ya no trabajo en Gig... estooo...


Uy, en qué estaría yo pensando... :-)))

Bueno, al grano: he dejado la imprenta. La cosa está mu’ malita en la empresa y francamente yo no podía aguantar más retrasos, problemas y presiones.

Sí, soy la típica rata que huye del naufragio antes de que se produzca (espero equivocarme pero pienso que se producirá con seguridad, y lo siento de veras por mi antiguo jefe y por mis compañeros).

Si hubiese cobrado regularmente mi sueldo, habría mantenido la motivación y la concentración y las ganas para superar los inconvenientes. Pero no ha sido así. Sólo he cobrado a tiempo un mes, el de diciembre, y en dos ocasiones los retrasos han alcanzado el mes de duración. Lo "normal" eran unos quince días de retraso. A fecha de ayer, todavía no había cobrado el mes de abril.

En esas condiciones, no podía más. Mi salud se estaba resintiendo, entre el estrés, los productos químicos con los que tenía que trabajar y el sobre-esfuerzo. De hecho, en cuanto solucione mis temas administrativos con la Seguridad Social, voy a pedir hora para un chequeo.

Ocho horas diarias de pie peleándome con la máquina sin apenas ayuda (en teoría tiene que haber dos personas trabajando en una máquina de esas características) y el trabajo de manipulado (que, también en teoría, no tendría por qué hacer yo, pero ya sabéis cómo son estas empresas pequeñas) pasan factura. Tengo el brazo derecho destrozado por el estrés físico al que lo he sometido últimamente en el trabajo (siento dolor al levantar una botella de agua de la mesa, para que os hagáis una idea), la espalda medio jodida de cargar con papel... Y la erosión mental producida por los problemas cotidianos (con los que procuraré no aburriros) casi ha podido conmigo. En ocasiones, no me sentía feliz. Me sentía desdichado con demasiada frecuencia, más que antes de tener ingresos (luego dicen que el dinero da la felicidad, ¡por los cojones!) y ya no tengo edad para eso.

Sarna con gusto no pica. Antes solía decir que estaba jodido pero contento, porque cobraba un sueldo y veía luz. Pero eso de trabajar y no cobrar...

Ahora dedicaré unos días a descansar (no he tenido vacaciones desde agosto de 2006), luego me concentraré en el "carnet" de conducción (no, todavía no lo tengo), durante junio y julio, y luego me buscaré algo a media jornada para poder dedicarme al estudio y la contemplación, aunque sea fuera del sector de las artes gráficas (me gustaría seguir vinculado al mismo, pero durante los dos años siguientes no va a estar el horno para bollos).

Al menos podré escribir algo de vez en cuando.