20.6.08

Portadas para Marc R. Soto.


Se me ha olvidado comentar (no sé cómo) que por fin metí el pie (o la pata, depende de cómo se mire) en el mundillo editorial español del fantástico a través de mi colaboración con AJEC para el diseño que adorna la primera de cubierta de “El hombre divergente”, de Marc R. Soto.

Se trata de una estupenda antología con una estructura de fix-up (para entendernos, cuentos enlazados, un poco al estilo de “El hombre ilustrado” de Ray Bradbury) llena de inquietantes ficciones que a buen seguro harán las delicias de los lectores aficionados al terror y la fantasía oscura. Y con un plus para los habitantes y conocedores de esta tierra cántabra que nos ha visto nacer al autor y a mí, ya que la imaginación de Marc está en este libro ligada al territorio en una forma que recuerda a la querencia de Stephen King por su querido estado de Maine y sus lugares. Algo que contribuye decisivamente, al menos en mi caso y supongo que en el de todos mis paisanos, a la “suspensión de la incredulidad”, como llamaba Coleridge a ese efecto peculiar que la buena narrativa es capaz de ejercer sobre un lector receptivo, elevando su umbral de credulidad y llegando a anular la conciencia de que lo que está leyendo es una ficción.

Recomiendo encarecidamente “El hombre divergente”. Tiene una estupenda relación precio-calidad, además, cosa que en estos tiempos que corren nunca está de más; en tienda.cyberdark.net se puede conseguir por menos de 10 €.

Bueno, a lo que iba: aquí tenéis la “portada”:


Concebí la imagen como un juego de dualidades, como los cuentos de Marc, a partir de un guiño a Sushi, uno de los relatos del libro. Para empezar, es una naturaleza muerta, algo que me apetecía resaltar. Pero luego tenemos la fría carne de la dorada (pescado elegido adrede por su nombre femenino) contra la calidez de la madera, lo masculino contra lo femenino, el azul contra el rojo...

Todo ocurrió por iniciativa de Marc, que quería una ilustración para una especie de “edición especial” de su novela corta “Mosquitos” (incluida, por cierto, en “El hombre divergente”). Resulta que en lulu.com puedes hacer cortísimas tiradas en impresión digital de alta calidad a un precio asequible con la encuadernación que quieras, con un acabado profesional. Abordé el asunto con ilusión y después de jugar con varias ideas (una de las cuales finalmente aproveché en los bocetos presentados a AJEC para “El hombre divergente”), se quedó con esta ilustración:


La verdad: no sé exactamente cómo conseguí dar ese aspecto a la ilustración original de Jan Swammerdam, que podéis ver a continuación:


Simplemente me dejé llevar por el PhotoShop. Supongo que cuando ya comienzas a dominar una herramienta es cuando puedes empezar a dejarte llevar por la experiencia e improvisar. Sé que estoy lejos de dominar PhotoShop, pero cada vez me siento más cómodo con ello y le voy sacando más jugo.

Luego hice el primer boceto para “El hombre divergente”, por pura afición, sin que se hubiese hablado aún de la posibilidad de que yo me encargase del asunto:


Cambiando a la muchacha de la foto original (“Girl In The Mirror”, de DitB) por una forma más masculina, podría dar el pego.

El original es este:


Una foto estupenda, ¿verdad?

Luego hice estos otros, algunos más en serio que otros:





Y este es el que recuperé de “Mosquitos”, homenajeando (al principio, sin darme cuenta) al genial portadista de Alianza, el santanderino Daniel Gil:



4.6.08

Contento con mi trabajo


Para cerrar el curso, el departamento de Artes Gráficas del IES La Albericia, donde estudio para sacarme el título de técnico superior que tanta falta me hace, está organizando una exposición con material de los alumnos y he tenido la satisfacción de ver mis dos carteles, los dos, seleccionados para el panel correspondiente a la cartelería, cuyo diseño también se me ha encargado.


Este, dedicado al gran creador Chema Madoz, lo hice a principios de curso. Más adelante lo arreglé un poco más. Me lo tomé como un encargo profesional y me esmeré, sobre todo con la tipografía. De todos modos, se puede ver una foto repetida. Nunca dejo de ver errores así cuando el trabajo ya está impreso; menos mal que, por lo general, nadie más se da cuenta. :-))


Este lo hice después de una visita al Guggenheim y el mérito es mayormente de Roy Lichtenstein, claro. Yo me limité a vectorizar el cuadro original y me centré nuevamente en la tipografía, tratando de que las proporciones fueran armónicas y que la jerarquía quedase clara. En este trabajo también hice una “pequeña” cagada, esta vez a la hora de dar color al diseño: olvidé cambiar el negro de la tipografía y también de algunas partes del dibujo, con lo que el negro no se imprimió correctamente; sólo la mancha más grande tenía el negro enriquecido que debía tener. Me consuela el hecho de que, en un estudio, se habría detectado mi error en la primera prueba de impresión, sin generar apenas pérdidas, pero este tipo de fallos hieren mi orgullo. Lo positivo es que siempre aprendo de ellos y es difícil que se repitan, aunque siempre puedo tener despistes. Y este es el momento de cometer errores; mejor durante los estudios que en el estudio, valga la “rebuznancia”.


Para el panel de la exposición he tenido que cambiar la retícula proporcionada por el departamento (de 6 por 10 módulos), añadiendo una fila (6x11)... Y después me la he pasado por el escroto para poder colocar dos carteles apaisados en la parte inferior. Bueno, el “profe”" ha dado el visto bueno. Lo demás ha sido cuestión de copiar y pegar. Esta mañana lo hemos tirado con el plotter y mañana lo pegaremos al cartón pluma. Hemos comprado un spray de adhesivo removible de la marca 3M, que nunca he probado; veremos si es verdad eso de “removible”.